29 de abril de 2016

Déjà vû (2)

(Extractos de un texto escrito el 18 de Diciembre de 2005)

Hoy ha ganado el Estu, y después de unas cervecitas, he cogido el bus para volver a casa. Me gusta que me lleven de un lado a otro; me gusta sentarme y mirar las cosas pasar; me gusta mirar sin ninguna preocupación, pensando en lo que me apetezca, en lo que normalmente no te da tiempo a pensar.

Mal tiempo, siempre pasajero
Durante el viaje, lo primero que he pensado ha sido en el año que viene; no sé si la vida de estudiante se habrá acabado; no sé ni dónde voy a estar -quizás no este ni en este continente, quién sabe-.

Las puertas del futuro parecen muy bonitas de lejos, pero, a medida que se van acercando, cambian demasiado rápido, como demasiado rápido han pasado estos últimos cinco años de mi vida. Nunca pensé que podría sentirme viejo siendo tan joven.

Ése fue mi segundo pensamiento; estos últimos años y cómo cambia la vida -o más bien como hacemos que cambie a base de errores y tropezones salpicados con algún que otro acierto-.

Déjà vù's alpinos
Recuerdo como si fuera ayer cuando entré por primera vez a dar clase en la Escuela de Minas de Madrid, el 10 de Octubre del 2001, de cómo me perdí para encontrar el aula 11 y cómo fui a darme con ella. Recuerdo que me senté detrás de un grupo de chavales. "Parecen majos", pensé; y acerté.

[...]

Parecía que una mala época pasaba y, después de alguna gilipollez más por mi parte, pasó. Tardó, pero pasó.

[...]

No sé por qué, pero me dio por pensar en que tengo ganas de irme a otro lugar, como si por alguna razón empezara a sentirme fuera de lugar, cansado de que me ocurran las mismas cosas todas las mañana, de los mismos encuentros inesperados, de pisar los mismos lugares. Empiezo a pensar que necesito aire nuevo contra mi cara que me haga despertar de una vez. Aire que quizás me haga echar de menos lo que ahora me cansa. No sé si quiero que sea permanente, pero si por lo menos temporal; quiero aprender cosas nuevas.

Lugares que, de alguna manera, son "casa"

Y cuando quise darme cuenta, casi me había pasado de parada. Me levanté y salí corriendo del bus. No sé por qué, pero después de todo, tenía ganas de llegar a casa.


The Dirt Whispered - Rise Against.

26 de abril de 2016

No entiendo

No entiendo este mundo moderno. Y mira que trato de enterderlo y de justificar lo injustificable -quizás para convencerme a mi mismo de que no es tan malo-, pero no lo entiendo.

La mole granítica de El Yelmo con una preciosa luz de primavera.

No entiendo la competencia, aunque también la sienta dentro de mi más de lo que me gustaría; no entiendo las prisas que parece tener todo -y que nunca parecen acabar-; no entiendo la explotación de uno mismo, justificada por la "responsabilidad en el trabajo"; no entiendo por qué siempre esa responsabilidad cae en los mismos; no entiendo por qué hay algunos que no tienen vergüenza al aprovecharse de esa responsabilidad.

Bueno, realmente, sí lo entiendo; lo que no entiendo es el síndrome de Estocolmo que parecemos tener.

Cordada: Cooperación.
Y es que no entiendo es que, una vez demostrado matemáticamente que la cooperación es más beneficiosa para todos que la competencia, todavía sigamos creyendo a la pseudociencia económica y a sus sumos sacerdotes cuando nos venden la competencia como el motor de todo.
 

Probablemente, no entiendo este mundo como no entendería otras épocas; al final parece que el progreso es sólo tecnológico y no humanoRefinamos los mismos vicios bajo otros nombres; pero éstos siguen ahí, acechando.

También, en vistas a esta situación, quizás la educación no sea la solución. O, quizás, la solución no sea la educación tal y como la entendemos. Puede ser -y esto es sólo una posibilidad-, lo único que necesitemos es un poco de tiempo. y una educación que nos enseñe a desaprender todo aquéllo que merece se desaprendido por dañino.
 
"Preciso tiempo, necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobre o ya no saben
que hacer con él"
Mario Benedetti - Tiempo sin tiempo