29 de junio de 2014

Hasta aquí

El otro día hablaba con un amigo sobre lo sarcástica que puede ser la vida, de cómo sucede que, por mucho que trace uno un camino, ésta se empeña en hacer lo que le da la gana sin pedirle opinión a uno.
 
Quizás la vida sea terreno de aventura...
Hablábamos de que la libertad, el libre albedrío, termina cuando la vida decide y dicta "hasta aquí".
 
Quizás alguno diga que ese libre albedrío sea la manera en que actuamos ante esos hechos, de cómo acertamos o de cómo metemos la pata y salimos del entuerto; sin embargo, a veces, hay hechos en los que uno ya no puede elegir nada y simplemente se ve obligado a aceptar el destino que se le viene encima.
 
Alguno dirá que no siempre se puede ganar -sea cual sea la definición de ganar-, pero que casi siempre podemos sacar algo útil de lo que hacemos y vivimos.
 
Por cierta que sea esa afirmación en muchas ocasiones, hay veces que no se puede sacar nada; por mucho que un punto y final tenga una historia antes -y eso sea lo importante, lo que nos trajo aquí-, uno cree que ese punto no debería existir, que no era lo que uno debería merecer.
 

Corazón, ayer sonoro,
¿ya no suena
tu monedilla de oro?
Tu alcancía,
antes que el tiempo la rompa,
¿se irá quedando vacía?
Confiemos
en que no será verdad
nada de lo que sabemos.

 
Proverbios y cantares (XXXI) - Antonio Machado
 
P.D: Buen viaje Adán.