27 de septiembre de 2013

Espabila, chaval

Los caminos de vuelta a veces deparan sorpresas; uno no siempre recuerda por dónde pasó sólo hace unas horas con el piloto automático puesto y con bastante más sueño. Y es que no recordar bien por dónde se empezó a caminar es algo que suele suceder; el cuerpo está demasiado preocupado en despertarse y en hacerse a la idea de lo que le espera durante las próximas horas o días, así que no lo toma como preferencia, sobre todo cuando el camino le resulta familiar.
Camino al Peñotillo Bajo las cuestas ayudan a despertar

Sin embargo, si el ritmo es asumible, es fácil que la mente se quede en blanco durante ese periodo de tiempo. No pensar en nada, simplemente caminar es algo que tranquiliza, que aleja de las prisas y de la vida cotidiana, te transporta a un mundo aparte donde tu respiración y los latidos de tu corazón son tus compañeros. 

Pero no sólo caminar, correr, escalar, aquellas actividades que activan lo que no solemos usar y que permiten concentrarse en lo que importa en ese instante, dan pequeños momentos de extraña lucidez, de desconexión de lo cotidiano y de vuelta a la sencillez de la vida sin más preocupaciones que las de ese momento.

Algunos lo relacionan con la meditación; yo, como soy bastante más mundano, simplemente disfruto de ello. 

Muchas Nortes del Eiger... no todas reales.
Es normal que uno encuentre quien no entienda ni comparta qué encuentra uno en esforzarse y marcarse metas en un cierto sentido y que prefieren quedarse haciendo algo que reporta recompensa con poco esfuerzo; probablemente relacionen lo que cuentas con una huida, con una manera de evasión y de escapada hacia ningún lugar; probablemente sólo lo relacionen con una manera de alcanzar unos cánones estéticos establecidos por la sociedad por medio del ejercicio; probablemente lo relacionen con una manera de obtener reconocimiento; probablemente sólo vean en ello un pasatiempo que será sustituido por otro.

Cada uno sabrá por qué hace las cosas, qué pierde y qué gana y cómo gestionar su tiempo... o quizás no lo sepa. Hay muchas veces que yo mismo me lo planteo. ¿Tiempo al tiempo? Puede ser una solución, pero si hablamos de aprovecharlo, mejor no dejar pasar mucho, creo yo.


Quién sabe, quizás tengan razón y sólo sea una manera de evitar, de huir, de no tener que afrontar la vida real con sus problemas y obligaciones o de engañarnos para pensar que el tiempo no pasa; pero, durante esos minutos donde todo se para las cosas cobran sentido y, aunque las hay, se me ocurren pocas formas mejores de vivir el momento sin caer en los tópicos de siempre y en el Carpe Diem de mercadillo. 


Eso sí, espabila, chaval.
 
"No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
  
"Vivir la vida y aceptar el reto,[...]
[...]porque esta es la hora y el mejor momento."

No te rindas - Mario Bennedetti

12 de septiembre de 2013

Resumen de un Verano

Y sin que haya acabado, porque siempre hay tiempo para más.

Pequeños e inesperados detalles (Foto: Javi Sanz)
Caminos que se abren; caminos que terminan


Tropezamos en la misma piedra... pero para aprender algo nuevo 
(Foto: Javi Sanz)

Lo inmenso y lo pequeño, lo efímero y lo atemporal, en el mismo momento
Momentos que te sacan de tu rutina
Tranquilidad, por lo menos por un rato

Horizontes futuros desde el cómodo presente

Escaladas nuevas, lugares donde volver 
(Foto: Escuela Alpina de Gredos)

Maravillas... al lado de casa.

Hasta otra, queridas excusas (Foto: Javi Sanz)
Y celebrarlo todo, absolutamente todo, por pequeño que te parezca.