31 de diciembre de 2013

¡Hasta luego! ¡Bienvenido! (II)

Cuando miras atrás con poca perspectiva puede que dejes de dar importancia a pequeños detalles que, con el tiempo, se convierten en algo importante. También puede que con el tiempo des menos importancia a detalles que hoy tienen mucha.

Nuevo año, nuevas perspectivas: hoy es siempre todavía.

¡Feliz Año!

Incluso en los momentos más comunes se puede encontrar lo extraordinario (Foto Javi Sanz)

"No siempre consigues lo que quieres, pero si lo intentas a veces descubres lo que necesitas"(*)
You can't always get what you want - The Rolling Stones


(*) Cita utilizada por Alberto Iñurrategi en sus charlas.

20 de diciembre de 2013

Déjà-Vu

Otro documental -o pequeño reportaje- de una escalada en uno de esos "lugares donde volver": Aigüestortes



Muchas gracias a los que se lo han currado, ¡tanto apretando en la fisura como grabando!

(* )Escaladores Jorge, Fred y Rapha.
     Producida y Dirigida por Sergio Ortega.


 "Frente al granito y al hielo, el ser humano es de porcelana; frente a la imagen de la eternidad, la imagen misma de la fragilidad. Y, sin embargo, pletórico de amor, voluntad y comprensión, ¡de qué no sería capaz!"

La Montaña es mi Reino - Gaston Rébuffat 

5 de diciembre de 2013

Pequeños rincones, guias de escalada y buenos momentos

En lo que llevo escalando -no demasiado- nunca me he sentido afín a un sólo lugar donde ir todos los fines de semana.

He de admitir que soy un enamorado del Granito de alta montaña, y que antes de empezar a entrenar entre semana la Caliza y las vías físicas no me hacían mucha gracia, así que tiraba para la adherencia. Poco a poco -y a base de plafón y empeño, todo hay que decirlo-, me he ido acercando a ella y a algunas vías que me parecían a años luz de mis posibilidades. También se ha empezado a abrir poco a poco el mundo del cacharreo, que al final es lo que me permite hacer dos cosas que me gustan: escalar y salir a la montaña.
Pequeños rincones con buenas escaladas, como Valdemanco

Por esa poca afinidad, siempre he sentido la necesidad de buscar nuevos lugares, cosa que nunca ha sido muy fácil partiendo desde cero; siempre se tiende a ir a los mismos sitios, quizás por falta de imaginación o, simplemente, por la facilidad de acceso y la creencia de que no hay nada bueno más allá de ellos. 

Intentando huir de eso, comprar guías de escalada se ha convertido para mi en una manera de encontrar nuevos lugares, de marcarme objetivos y de establecer proyectos a corto, medio y largo plazo; ojearlas de vez en cuando para recordarlo y mantener la motivación es, hoy por hoy, una costumbre que intento practicar de vez en cuando; no está de más ver las cosas para activar esa chispa que necesitamos para empezar con un proyecto.

Si esas guías muestran sitios pequeños, con un acceso de esos que exige patear, asegurando el ambiente de montaña y la poca presencia de gente, mejor.

Mirar la estantería y verla llena de libros que reseñan muchos lugares diferentes motiva, te hace pensar en viajes, en largos días haciendo lo que te gusta y en pornerle sentido a un buen tiempo que, de otro modo, estaría en parte vacío o, por lo menos, falto de ilusión más allá de los quehaceres del día a día.

Sitios cercanos y reseñados como El Meño,
 pero con tesoros escondidos.
Buscar en la red es otra manera rápida de seguir visitando nuevos lugares. Aún así, la manera inmediata en la que tenemos acceso a esa información me lleva a ese pequeño-gran dilema que es el de dar a conocer zonas en ambientes frágiles donde nuestro paso puede dejar marcas y daños que cambien la esencia del sitio. Quizás sólo sea cuestión de respetarlas, aunque es cierto que todo paso, por limpio que sea, deja su huella.

En mi opinión, eso es una gran responsabilidad como colectivo; es una responsabilidad que atañe desde a los aperturistas y equipadores hasta a quienes visitamos esas zonas. Es fácil hacer lo correcto, pero, a veces,  parecemos niños y no nos sabemos comportar. Sin duda hay mucho camino por recorrer todavía y todos tenemos que poner nuestro granito de arena.

Volviendo al tema: ¿Pequeños rincones más o menos conocidos? Pues por la Zona Centro -y alrededores- hay para todos los gustos: Peña del Sol, Peguerinos, Valdemanco, Emburriaderos, Peña Pintada, Las Retuertas, La Barranca, Machorras, Torrelodones, Cañón de Uceda, Villarejo y otros lugares de Gredos...

Quizás sea la necesidad de descubrir y explorar nuevos lugares más allá de lo trillado, de tener una pequeña incertidumbre sobre ellos, independientemente del resultado final o de la calidad de las vías -siempre te llevas sorpresas, muchas veces muy buenas-. Lo importante es explorar algo nuevo -dentro de nuestras escasas posibilidades-, de vivir un buen día y de recargar pilas, que para ir siempre a los mismos sitios y no ser curiosos tenemos demasiadas horas durante la semana. 


"No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me muerda los pies,
no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo.

Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal, opto
por el dentífrico y las toallas. Me vacuno."

El niño bueno - Julio Cortazar

2 de diciembre de 2013

A destiempo

A veces los brazos no son suficiente; la cabeza manda
Cuando uno está sumergido en el día a día no se suele ser consciente de las consecuencias de los propios actos, ni de las elecciones, ni de las cosas que se dejan pasar; son sólo pequeñas decisiones que se toman.

Cuando uno está sumergido en el día a día no es consciente de que, a corto plazo, hay cosas que satisfacen las necesidades inmediatas, pero que a largo plazo pueden resultar contraproducentes; uno no asume que todo suma y se queda en algún lugar de la mochila.

Cuando uno está sumergido en el día a día no asume que el tiempo pasa y que al mundo le da igual que haga o que no haga o que tome una decisión o la posponga; nada se detiene porque tú te detengas, todo avanza.


Es como cuaquier ley física de la naturaleza, nada escapara a su acción, aunque no seas consciente de ello.  Eso sí, puede que al mundo no le importe lo que hagas o no hagas, pero quizás haya alguien a quien sí le importe.

¿Qué hacer para no tropezar con la misma piedra?


"Antes yo no sabía
por qué debemos todos
-día tras día-
seguir siempre adelante
hasta como se dice
que el cuerpo aguante."

Secreto - J.A. Goytisolo

24 de octubre de 2013

Abriendo puertas, cerrando círculos.


Amanece en el Valle de Añes Cruces, siguiendo el GR-11 (Foto: Esteban Pérez)
Cuando cogí el autobús en Benasque camino de Huesca me sentí bastante derrotado; después de tres días de viaje, dos etapas del GR-11 y un de trastear un poco por la zona del Aneto, el resultado de la "expedición" fue de un amigo con la rodilla jodida y el otro compi  un susto al escoger yo unas trepadas cerca del glaciar de La Maladeta que nos dejaron en una zona de placas lisas y mojadas. 

La primera vez que planeo algo en Pirineos y la primera en la frente. 

Aún así, camino de Madrid -y gracias a los ánimos de los compis- la cosa fue tomando un cariz más positivo; la pequeña "aventura" y la sensación de descubrir nuevos paisajes y de enlazar valles desconocidos quedaron ahí. Conocer la sensación de seguir un camino lógico, natural, que conecta dos lugares en principio aislados entre si o de descubrir lo que esconde el otro lado del collado y ver que más allá de donde estás hay más que investigar fue motivamente; recordar esa curiosidad que teníamos de niños, y que parece que despierta otra vez, caló hondo; ganar esa sensación de viajar con los propios medios lejos de casi todo, con ese sentimiento de dejar la civilización atrás, de, como leía hace poco, cambiar el modo de vida por un pequeño espacio de tiempo me encantó.  Sentir algo parecido a la libertad, tomar tus propias decisiones y ser consciente de sus consecuencias fue la pequeña lección. Aprender.

El macizo del Posets desde las granjas de Biados (Foto: Esteban Pérez)
Así que, aunque en un primer momento la derrota pesaba más, a la larga ha sido algo que ha creado un poso positivo. Cosas del ego, supongo; cuando pasa cierto tiempo todo se ve desde una perspectiva mejor.

Aunque no debería, lo que sí puedo reprocharme es el no haber llevado una cámara de fotos en condiciones. De las pocas fotos que conservo, casi todas están desenfocadas o con una calidad muy mala.

¡Ah!, y que no siempre hay que meter 20 kg en la mochila ¡Por más que te quepan!


La casa a la espalda, poco más se necesita. Anochece en Gredos


Todo ha ido evolucionando -un poco-  y las mochilas se han vuelto un poco más racionales que las de aquel viaje -un poco, no mucho, la verdad-.Quizás haya algunos impedimentos que frenen las ansias, pero poco a poco se van superando.

Al fin y al cabo, cuando recuerdo ese viaje, y junto con la ascensión al Mulhacén y al Almanzor de ese año, lo hago como lo que abrió las puertas de una nueva locura, de una búsqueda contínua de nuevos lugares donde descubrir qué hay más allá; ya sea en Alpes, en Pirineos, en Gredos, en Guadarrama o en cualquiero otro lugar.


Sólo queda ser un digno jugador y, si se puede, narrador de esas pequeñas historias sin más importancia que la que tiene lo que te llevas en el recuerdo.
 
"Y yo no sabré dónde guarecerme
porque todas las puertas dan afuera del mundo."

Mario Benedetti - "Esta es mi casa"

22 de octubre de 2013

Tiempos de Cambio -Documental-

"Una aventura chula entre amigos..."

"No podremos hacer las cosas más difíciles, pero las bonitas no las podemos perder..."



No todo van a ser videos de novenos pagados por marcas de esas de sólo venden humo a precio de oro.
                
                                                  Nunca sé despedirme, porque soy                                                     
un ciego que tantea por el túnel 
                                         
 Luis García Montero "Problemas de Geografía Personal"


(*) Documental 
Digirido y producido por Sergio Ortega 
Coproducido por Álvaro Escribano

Gracias por compartir vuestras aventuras con nosotros y por hacernos soñar.

21 de octubre de 2013

Shattered


Una reflexión de alguien que lo ha dado todo por algo:

When you've given everything, what do you have left?



Visto en "Alto, Rápido y Ligero".

1 de octubre de 2013

Casualidades

Viejos amigos, lugares donde volver.
Reconocer una cara conocida en un lugar inesperado; una sonrisa que, por lo menos algún día, fue amiga.

Un pequeño detalle a la vuelta de la esquina; una plaza, un banco, un bar, una vieja escuela, una cuesta, una librería, un portal, unos ojos que se fijan en tí.

Lugares, de esos donde uno pasa buenos momentos; de esos donde no importa volver aunque estén a horas del coche o a cientos de kilómetros de casa.

Unos acordes, una canción que empieza a sonar sin esperarlo. 

Una foto, un recuerdo o un sueño para el futuro.

Presente, pasado, futuro. Quizás todo sea uno. 

Y vuelta a empezar.

En nuestras almas todo
por misteriosa mano se gobierna.
Incomprensibles, mudas,
nada sabemos de las almas nuestras.

Renacimiento - Antonio Machado

27 de septiembre de 2013

Espabila, chaval

Los caminos de vuelta a veces deparan sorpresas; uno no siempre recuerda por dónde pasó sólo hace unas horas con el piloto automático puesto y con bastante más sueño. Y es que no recordar bien por dónde se empezó a caminar es algo que suele suceder; el cuerpo está demasiado preocupado en despertarse y en hacerse a la idea de lo que le espera durante las próximas horas o días, así que no lo toma como preferencia, sobre todo cuando el camino le resulta familiar.
Camino al Peñotillo Bajo las cuestas ayudan a despertar

Sin embargo, si el ritmo es asumible, es fácil que la mente se quede en blanco durante ese periodo de tiempo. No pensar en nada, simplemente caminar es algo que tranquiliza, que aleja de las prisas y de la vida cotidiana, te transporta a un mundo aparte donde tu respiración y los latidos de tu corazón son tus compañeros. 

Pero no sólo caminar, correr, escalar, aquellas actividades que activan lo que no solemos usar y que permiten concentrarse en lo que importa en ese instante, dan pequeños momentos de extraña lucidez, de desconexión de lo cotidiano y de vuelta a la sencillez de la vida sin más preocupaciones que las de ese momento.

Algunos lo relacionan con la meditación; yo, como soy bastante más mundano, simplemente disfruto de ello. 

Muchas Nortes del Eiger... no todas reales.
Es normal que uno encuentre quien no entienda ni comparta qué encuentra uno en esforzarse y marcarse metas en un cierto sentido y que prefieren quedarse haciendo algo que reporta recompensa con poco esfuerzo; probablemente relacionen lo que cuentas con una huida, con una manera de evasión y de escapada hacia ningún lugar; probablemente sólo lo relacionen con una manera de alcanzar unos cánones estéticos establecidos por la sociedad por medio del ejercicio; probablemente lo relacionen con una manera de obtener reconocimiento; probablemente sólo vean en ello un pasatiempo que será sustituido por otro.

Cada uno sabrá por qué hace las cosas, qué pierde y qué gana y cómo gestionar su tiempo... o quizás no lo sepa. Hay muchas veces que yo mismo me lo planteo. ¿Tiempo al tiempo? Puede ser una solución, pero si hablamos de aprovecharlo, mejor no dejar pasar mucho, creo yo.


Quién sabe, quizás tengan razón y sólo sea una manera de evitar, de huir, de no tener que afrontar la vida real con sus problemas y obligaciones o de engañarnos para pensar que el tiempo no pasa; pero, durante esos minutos donde todo se para las cosas cobran sentido y, aunque las hay, se me ocurren pocas formas mejores de vivir el momento sin caer en los tópicos de siempre y en el Carpe Diem de mercadillo. 


Eso sí, espabila, chaval.
 
"No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
  
"Vivir la vida y aceptar el reto,[...]
[...]porque esta es la hora y el mejor momento."

No te rindas - Mario Bennedetti

12 de septiembre de 2013

Resumen de un Verano

Y sin que haya acabado, porque siempre hay tiempo para más.

Pequeños e inesperados detalles (Foto: Javi Sanz)
Caminos que se abren; caminos que terminan


Tropezamos en la misma piedra... pero para aprender algo nuevo 
(Foto: Javi Sanz)

Lo inmenso y lo pequeño, lo efímero y lo atemporal, en el mismo momento
Momentos que te sacan de tu rutina
Tranquilidad, por lo menos por un rato

Horizontes futuros desde el cómodo presente

Escaladas nuevas, lugares donde volver 
(Foto: Escuela Alpina de Gredos)

Maravillas... al lado de casa.

Hasta otra, queridas excusas (Foto: Javi Sanz)
Y celebrarlo todo, absolutamente todo, por pequeño que te parezca.


21 de julio de 2013

Historia express de una ascensión express

Objetivo: Bisaurín desde el Refugio de Lizara

Protagonistas: Santi y Juan

Tiempo: unas 30 horas puerta a puerta desde Madrid

Resultado: un buen par de días; subida y bajada en 4 horas, amenaza de tormenta; 1200 m de desnivel; 10 m de desnivel por debajo de cima -según el G.P.S- y muchas ganas de volver a conocer la zona,

Algunas fotos:

Lizara: un buen refugio... y accesible

El principio de las cosas, fresco y soleado empieza el día

"Hitos" naturales

Fotografiando "bichos"

Otro "bicho" que `por allá pululaba...

!Qué verde era mi praooo!

¡Y qué negra mi tormenta!


Proyectos... a largo plazo.


Afotando, que es gerundio

Coñe, pues se ha liao. Venga, corriendo pabajo.

¿La Cara Norte? Al fondo, a la izquierda... creo.

Y sanseacabó... ¡a por los chuletones!

Habrá que volver, ¡Hay que "validar" la  cima y queda mucha cara Norte por conocer! 




18 de julio de 2013

Maneras de avanzar (o de cómo tomarse las cosas)


La cabeza es bastante traicionera. El finde pasado hablaba con un compañero sobre cómo después de pasarlo mal me he preguntado un montón de veces si yo valgo para hacer ciertas cosas o  si debía quedarme pateando o corriendo por senderos y dejarme de tonterías y falsas ilusiones.   

¿Realmente son triunfos todo lo que sale bien?
Remontando un poco hacia atrás, hace sólo un par de años, recuerdo cómo me impresionó un pequeño recorrido que hicimos por una arista hasta la cumbre del Weissmeis. Nada complicado, con una huella marcada a más no poder, pero con un tobogán de 1000 m que me impresionó. También recuerdo la preocupación de la noche anterior, y que no terminó hasta salir del glaciar.

Sin ir tan lejos en el espacio y en el tiempo, en el cercano Gredos, también recuerdo cómo haciendo una arista en la zona del Espaldar pasé muy malos ratos en los destrepes; y tan tocado en la cabeza me dejó que la bajada de la Canal del Torreón la hice a velocidad de caracol, cuando es algo de una dificultad que podía haber hecho más veces.

¿Escalando? Puedo recordar más de una vez en la que el miedo me hizo rechazar algún largo que perfectamente podía hacer; o cómo me ha obligado a posponer vías o, incluso, a hacer vías de deportiva con la cuerda por arriba cuando podía hacerlas perfectamente de primero.


Después de todo, y sin ser nada realmente importante ni grave, cuando te paras a pensar en todo ello hay veces que llegas a puntos donde la motivación, lo que nos hace seguir, alcanza puntos muy bajos y te hace pensar en dimitir.

Por todo ello, se puede llegar a creer que "uno es un mierda", que uno "no vale",  si dejamos pasar oportunidades, si no conseguimos algo, si quedamos retrasados con respecto a otros -la comparación es a veces inevitable- o si no nos sentimos preparados. Crucificarse es lo peor que uno puede hacer, no sólo porque no se aprende nada, sino porque mella tu autoestima, y así no hay manera de avanzar

Racionalizar las cosas e intentar sacar porqués lo creo más útil. Admitir los errores, incluso cuando algo sale bien, quizás sea lo que nos haga avanzar más que repetirlos una y otra vez, aunque salgamos victoriosos.
 
Todo cabe dentro, todo será ponerse a ello
Supongo también que para luchar contra esos miedos cada uno tenemos una manera de funcionar y que cada uno tiene que buscar un camino para hacer las cosas posibles.

Quizás sea que, para algunos, nuestra manera correcta de hacer las cosas es ir haciendo cosas cada vez más comprometidas, incluso renunciando a hacer ciertas cosas y a perder oportunidades si en ese momento no nos sentimos preparados. Siempre he pensado que no tiene sentido querer pasar de un sitio como Peñalara a hacer el Mont Blanc -y yo lo he hecho, aunque no con esta montaña- sin un largo camino entre medias. Puede salir bien, pero no son actividades para nada comparables, ni desde el punto de vista físico, ni de logística, ni  técnica ni psicológicamente hablando.

Entre medias creo que debiera haber mucho aprendizaje de todo tipo.

No sé, a mi este invierno me han enseñado a hacer la mochila... y creía que eso ya estaba superado. Humildad, empezar desde el principio todas las veces que sea necesario, dejar la soberbia a un lado.
 
Y junto a esto, algo que he aprendido es que otra parte fundamental es el entreno: para la cabeza no es lo mismo sentirse fuerte que débil, ni mucho menos; lo segundo complica muchísimo las cosas. Tampoco es lo mismo sufrir algo que disfrutarlo; lo primero quizás venda en las conversaciones de refugio, pero, para mi, lo segundo es lo que queda para uno y lo que motiva a segur adelante.
 

10 de julio de 2013

¡Puedes!

Vuelve el Verano, vuelven los días largos, cambian algunas actividades y vuelve la búsqueda desesperada de lugares donde huir del calor; vuelven las visitas a algunos lugares olvidados en el frío Invierno y a otros que, aunque también se visitan en otras épocas, cambian su aspecto y abren sus puertas a todos los públicos, aunque no siempre estos públicos se lo agradezcan y los respeten como es debido. 
La vida se abre camino en cualquier rincón (Foto: Javi Sanz)
Llega el tiempo de las tardes interminables en riscos de Guadarrama, de viajes relámpago a lugares algo más lejanos, pero ahora más accesibles y amables; llega el tiempo de buscar esos pequeños rincones donde huir del gentío e investigar, llega el tiempo de limpiar la roca de los resultados de los rigores del Invierno y de las lluvias de la Primavera.

Dias buenos, cielos azules. (Foto: Javi Sanz)
Llega el tiempo de poner el comienzo donde pusimos el final hace unos cuantos meses, de aprender de aquéllos que te demuestran que el corazón puede más que la razón y que nunca hay que dejar que te digan que no puedes.

Claro que puedes; sólo preguntaté los porqués, busca la manera, trabaja... y ten paciencia.
Rock'n Roll is free... if you want it. 

 He vivido de niño al pie del modesto macizo de Saint Barthélémy. Aún sigo viviendo allí. En aquella época me preguntaba: "¿Qué hay detrás de esta montaña, qué esconde su vista?. Y sentía curiosidad por ir a ver. Hasta que subí y vi que, detrás de ese macizo, había otros."

 Michel Sébastien "Cimas Pirenaicas"

P.D: Pero sin hacer el loco, ¡eh! :D

22 de mayo de 2013

Esperando al Alba

La primera vez que caminé de noche en alta montaña  fue un Octubre de hace ya unos años, mientras volvíamos de hacer el Veleta y el Mulhacén. Volvíamos muy tarde y recuerdo perfectamente cómo al mirar arriba quedé impresionado; era la primera vez que veía un cielo así, un cielo a casi 3000 metros iluminado por las estrellas y la Vía Láctea  después de contemplar un atardecer entre dos contienentes. 
Despertando... e intentando entrar en calor

De alguna manera recordé noches vividas de pequeño en mi pueblo, en la Sierra Negra de Guadalajara; de cómo cuando era niño miraba al cielo con un telescopio que me habían regalado -y que nunca supe usar muy bien- y que me servía para ver algo más de cerca aquellos puntos lejanos plantados en el cielo.

A esa noche le han seguido más y, con ellas, vinieron sus preludios, los atardeceres, y sus finales, los amaneceres. Todos ellos representando momentos mágicos que poco a poco he ido descubriendo. La soledad en esos momentos, las últimas luces de día, el silencio y la quietud de la noche o el sonido de la marcha y de la propia respiración al alba, pueden llegar a crear momentos casi mágicos y difíciles de olvidar.

Si dejo volar los recuerdos, estos me llevan a diferentes lugares: a Biados, a la terraza del Elola -o a la puertecilla de su "nevera"-, a La Besurta, a la Cabaña Tracuit, a El Boalo, a Navacerrada, al camino de La Laguna Grande o al glaciar del Weissmeis; me llevan a todos esos lugares donde he disfrutado de ese cielo estrellado y de atardeceres y amaneceres que se han quedado grabados para siempre y que uno no se cansaría de repetir una y otra vez.

Amanece en el glaciar del Bishorn
Supongo que es una manera de volver a ser niño por un rato, de poder sorprenderse y de despertar la curiosidad con algo que sucede todos los días y que ignoramos hundidos entre edificios que no nos dejan mirar hacia arriba.

Pero, estemos donde estemos, hay que mirar arriba, hay que buscar lo que nos sorprenda; porque, sin esa curiosidad, sin esa capacidad de sorprenderse y de buscar lo especial en lo cotidiano, estamos muertos. 

Supongo que, quizás,  simplemente hay que buscar el momento, la compañía y el lugar adecuado para encontrar ese sentimiento.  Cada cual tendrá el suyo.

Aquí, y por una vez en la vida, los porqués y la lógica no son importantes; simplemente abre los ojos, mira hacia arriba y disfruta. Es un regalo que tenemos todos los días.

 "Por la mañana todo ha pasado y me encuentro bien; el largo que ayer dejé a medias es una belleza. ¿Qué ha cambiado ? Es uno de tantos enigmas sin respuesta, como porqué escalas o qué haces aquí"
´
"Bájame una estrella" Miriam García Pascual

17 de mayo de 2013

Aprendiendo a enmarronarnos.



Cuando uno cuenta una historia puede elegir entre contarla tal como fue -o la recuerda-, intentando ser lo más objetivo posible, o hacerla verosímil, es decir, narrarla de una manera que la haga creíble, pero con unos añadidos que le den un toque que haga pensar al neófito o al no entendido en un gran peligro o en una actitud heroica propia únicamente de los valientes. 

Intentaré que lo que escriba sea del primer tipo.

Este caso que toca narrar es la historia de dos pardillos con poca experiencia -aunque eso ya se ve- intentando escalar una vía sencilla de varios largos en un lugar apartado y tranquilo una tarde de principios de Primavera hace ya algún tiempo. Para algunos la historia será algo insignificante pero, para nosotros, y como cordada aquel día, ha significado mucho; siempre hay una primera vez, y en lo que a pared se refiere, esta fue la nuestra:
 
Después de valorar las múltiples posibilidades típicas y tópicas que todo el mundo conoce y de las que se puede encontrar cientos de reportajes por internet - las clásicas de quien empieza, vamos-, mi compañero y yo nos decidimos por la vía Arco Iris, semiequipada y situada en el Risco de la Encina, en el Boalo. A mi compañero y a mí nos pareció una buena elección dada nuestra experiencia y las ganas de pasar una tarde tranquila en un sitio algo apartado.
Buenas vistas desde este balcón de El Boalo
 
La vía consta de 3 largos con unos 110 m de longitud aproximadamente y un grado de V- según aparece reseñada en la guía de Tino Núñez "Escaladas en la Comunidad de Madrid y Alrededores". Para el descenso, que se hace rapelando, existen dos posibilidades, indicadas también en dicha guía. 

Y para allá que fuimos.

La cosa empezó con un olvido por mi parte: el casco. Pues bueno, como no hay solución, decidimos que el que escale de primero lo lleve y lo iremos intercambiando.

La aproximación a la vía no es demasiado evidente, pues, aunque el camino está marcado con hitos, no está excesivamente pisado y hay demasiados pasos con zarzas y jaras que te dejan los brazos llenos de arañazos. Además, tiene un cuestón que salva la mayor parte de los 400 m de desnivel que hay hasta el risco y una zona de trepadas que no son excesivamente fáciles de seguir, por lo menos por el lado derecho (según subes) del sector de deportiva (Sector Películas), que fue por donde subimos... y bajamos. 


Empezando... la aventurilla.
Aún así, llegamos en más o menos en 1 hora al pie de vía. Así que, después de prepararnos, organizar el material y una pequeña mochila donde guardar las pocas cosas que nos subimos, no metemos en vereda.

El primer largo, de unos 50 m, salió rápido, así que pronto estábamos los dos en la primera reunión. El compañero tiró para arriba en el segundo largo, corto y fácil; un par de cacharros en la fisura y reunión.  Aquí empieza la historia.

Entre las coñas de lo bien de tiempo que vamos, que sólo nos queda un largo y tomándonos un descanso en la reu, comentamos algunos temas de seguridad y cosas como que nunca se nos ha enganchado una cuerda rapelando, que sería muy chungo que desde aquí se nos cayera la cesta... 

No tentéis a la suerte.

Sólo queda el tercer largo; éste sube el espolón pero no presenta demasiadas dificultades, así que en poco menos de una hora llegamos a la última reunión.

"Pues qué mal que no suba a la cima, ¿No? ¿Habrá reunión arriba?"

"Pues ni idea, la guía no dice nada, vamos para abajo mejor, no sea que se nos haga tarde"

Elegimos rapelar por la vía, no tenemos claro dónde está la reunión hacia donde tendríamos que ir por la otra opción. En ambos casos son dos rápeles, así que tardaremos más o menos lo mismo: marchard, cesta... y para abajo.


De charleta en la segunda reunión.
El compi bajo primero y después fui yo. Una vez asegurados en la primera reunión,  pasamos la cuerda por la argollas y nos pusimos a recogerla y doblarla. ¡Bien!, ha llegado el nudo y la cuerda roja ya está lista para lanzar. Así que me pongo a recoger la azul; una lazada, otra, otra... joder cómo tira la hijadeputa, joder, que no puedo recoger.
 
Tiramos, la movemos, la hacemos ondularse como una serpiente y nada; se nos ha enganchado la cuerda y estamos a 50 m de suelo. Bien, ahora nos acordamos de nuestra conversación de hace 20 minutos.

 

Después de discutir qué hacer, no queda otra que con la otra cuerda intentar llegar donde se ha enganchado e intentar desengancharla para luego, desde la reu intermedia, descolgarse como si fuera deportiva. 

Así que toca ir para arriba con el material a darse el largo y los 10 m que separan la segunda reunión de la fisura donde está enganchada la cuerda. El compañero escala, llega a la reu, la chapa, observa que el terreno es fácil y sube hasta la cuerda, la desengancha y me la tira; aunque se queda enganchada en un árbol no hay problema ya, ¡La hemos recuperado! Abandona un maillón y junto con otro que ya había en la reunión le descuelgo hasta la primera reunión.

Pero, ¡mierda!, con la alegría, las prisas y la tensión, nos hemos olvidado de recoger el largo. Así que toca ir otra vez para arriba en top rope, recoger las cintas y volver a bajar. Tardamos poco, pero la luz empieza a escasear.

Una vez recuperado todo, ya contentos y con la adrenalina algo más baja, montamos el rápel que nos dejaría en el suelo. Hemos perdido más de una hora entre subir, desatascar, bajar y montar, se nos está haciendo de noche y se empieza a ver mal. Guardo mi cesta cuando, gracias a mis manos de mantequilla, se me cae y la veo rodar hasta el pie de vía.

Joder, joder, joder. En buena hora hablamos de marrones.

Así que, reunidos en comité de emergencia colgante, barajamos las opciones que creemos más seguras: o bien mi compi repelará con la cesta y yo con nudo dinámico o bien, una vez éste haya rapelado, atará la cesta a la cuerda, la recuperaré y rapelaré con ella.

Decidimos la segunda. Una vez ha rapelado, el compi ata la cesta a la cuerda; yo ato la cuerda a un mosquetón y empiezo a recuperar, no sea que se me caiga la cuerda con los nervios y la liemos de verdad.

Otro tipo de marroncillos primaverales... tormentas.
Todo sale bien, recupero la cesta, rapelo y llego a pie de vía a las 21:30,  noche cerrada ya. Hemos tardado una hora en subir y casi dos en bajar cuando lo planeado era 1 hora en subir y unos 45 minutos en bajar.

Se nos ha hecho de noche, así que recogemos a toda leche, saco el frontal, enchufo el GPS y tiramos siguiendo el track que he grabado y los hitos que vamos encontrando. Por si no se nos habían complicado las cosas, se acaba la batería del frontal, y las de repuesto... las saqué porque ¡Joder, si le había cambiado las pilas la semana anterior y no lo había ni usado!

Para joder más, el GPS da un error de 15 m en el peor sitio, donde los hitos se pierden. En ese momento me acordé de mis sermones sobre la tecnología y sus fallos.

Dimos vueltas como gilipollas, trepando y destrepando y enganchándonos con toda zarza posible a la luz de los móviles. Subimos, bajamos, hicimos un camino, subimos de nuevo al risco, nos metimos por un vivac... y no había manera. Las diez, noche cerrada, no hay manera de encontrar el camino y con el miedo a terminar en lo alto de las placas del sector de deportiva que está bajo el risco, con el peligro que eso puede conllevar.
 
Conservamos la calma -ya estamos en el suelo, no hay de qué preocuparse, y no hacía frío-, andamos entre las zarzas y, orientándonos en la dirección que habíamos venido (Este), terminamos encontrando el camino de vuelta.
 
 Una hora después, y como colofón para la escalda, y previo comentario sobre un ataque de caballos locos, nos llevamos un susto con un caballo y, poco después, con los brazos y piernas como si nos hubiera atacado un velociraptor, llegamos al coche.

Una vez allí, nos cambiamos y descansamos. Eran las 23:30, habíamos tardado más de 2 horas en bajar por donde habíamos subido en 1 hora. Con luz y tranquilos, claro.

Después de llamar a casa, cogimos el coche y volvimos para casa.

Como decía, no es una gran aventura y no quiero darle un tono que lo haga parecer más importante de lo que realmente fue: un simple problema; sin embargo, fue nuestra y nos enseñó mucho. 



 "… el alpinismo es uno de los deportes más bellos que puedan existir, pero practicarlo sin preparación técnica viene a ser una modalidad más o menos consciente de suicidio …”.

Gaston RÉBUFFAT.